Psicoterapia con niños en Tenerife

Psicoterapia con niños en Tenerife. Terapia infantil en tenerifeLa idea de la infancia siempre inocente y feliz, dónde el niño puede crecer sin sufrimiento ha quedado obsoleta. Hoy son muchos los niños que recibo -y he recibido- en mi despacho de psicoterapia con niños en Tenerife que sufren y piden ayuda de diversas maneras.

Existen muchas señales de malestar de las que se pueden valer los niños para pedir ayuda. Su propio cuerpo, sus capacidades cognitivas y sus relaciones con los demás suelen ser los escenarios de los que los niños se valen para mostrar su malestar. Un niño que se aísla, un niño que no puede contener sus impulsos, un niño desatento, que no puede realizar sus actividades cotidianas (dormir, alimentación, estudios) puede estar necesitando ayuda.

Como padres no es fácil ver el sufrimiento de un hijo y dar el paso a pedir ayuda puede vivirse con inquietud, por eso el trabajo psicoterapéutico con niños los incluye, los acompaña y asesora.

¿Cómo es una psicoterapia con niños?

El síntoma

Los psicólogos infantiles  denominamos síntomas a las diferentes dificultades que pueden mostrar los niños. Los síntomas -como formaciones de cada sujeto- no son algo sin importancia, sino que son útiles para entender el modo particular en que cada niño se defiende de sus sufrimientos. Un síntoma no se da en un niño sin conflictos internos y de modo aislado de un contexto. En el trabajo de psicoterapia con niños  los síntomas nos vienen a manifestar que algo no va bien y es una señal cuyo mensaje es importante comprender para que éste pierda su poder.

El síntoma es engendrado en un deseo inconsciente que la angustia autentifica y oculta a la vez. El síntoma atrapado en el cuerpo o en la inteligencia compromete las posibilidades de futuro del niño no sólo su estado actual, ya que en la infancia el psiquismo al igual que el cuerpo aún se debe desarrollar.

Las intervenciones psicológicas en psicoterapia infantil dirigidas a acallar el síntoma dejan al niño aislado de la comprensión de aspectos de sí mismo y -como el malestar que lo genera sigue intacto- los cambios no pueden ser duraderos. El niño se valdrá de nuevos modos de manifestar su malestar.

La primer entrevista con los padres

Desde la primer entrevista el psicólogo da la oportunidad a los padres de ser escuchados en su singularidad. Será en estas primeras entrevistas donde los padres podrán transmitir todo lo que se les ocurre que puede tener que ver con lo que sucede: la historia evolutiva del niño, sus primeros aprendizajes, el modo actual que el niño tiene de relacionarse con los demás, de pensar, de jugar, su capacidad de tolerar la frustración, sus temores y capacidades. Desde mi experiencia profesional he podido comprobar como los padres llegan con hipótesis muy valiosas sobre lo que puede estar sucediendo y a veces también algo desanimados luego de intentos previos fallidos en la resolución del conflicto o dificultad que se presenta.

Estas primeras entrevistas nos orientan a los psicólogos infantiles sobre aquellos aspectos a observar en la valoración psicoterapéutica con el niño y que serán retomados en lo que suelo llamar la entrevista de devolución diagnóstica a los padres.

El lugar del niño en la Psicoterapia

Con el niño se da una situación distinta a cuando consulta un adulto, ya que el niño en al mayoría de los casos es traído a la consulta por deseo de los padres. La tarea psicoterapeútica en los inicios suele ser más difícil mantener el tratamiento por pedido de los padres y no por deseo del niño. En el transcurso de las entrevistas, a veces en una primera sesión, a veces tiempo después, la motivación cambia y pasa a ser del niño, es él el que quiere saber como funciona su mente y él en su vida cotidiana, familiar. Aparece toda la curiosidad del niño por entenderse y comprender lo que le rodea. En este punto el trabajo de psicoterapia con niños suele ser sumamente gratificante y enriquecedor.

Otras veces el niño suele ser consciente de las dificultades que presenta, tiene también sus hipótesis al respecto y sus propias expectativas sobre la ayuda que el psicoterapeuta pueda darle. El psicólogo infantil le escucha sin juzgar y observa como el niño se desenvuelve, se muestra y se expresa. El niño es incluido activamente en la comprensión de lo que le sucede, ya que no es una víctima de su enfermedad, sino que es un sujeto activo que se defiende de las agresiones tanto internas como externas que pueda estar viviendo.

La valoración psicoterapéutica con el niño

Para comprender las dificultades de los niños, los psicólogos nos valemos de nuestra experiencia y formación en la clínica con niños. Experiencia que incluye los estudios universitarios, la formación posterior, las continuas actualizaciones, los años de experiencia en la práctica de psicoterapia con niños,  las supervisiones con otros profesionales más experimentados,  las interconsultas con colegas de la profesión y la propia psicoterapia.

La idea de infancia y la conceptualización de las dificultades de los niños sustentan el trabajo de cada profesional. No es lo mismo concebir al niño como un ser sin voz, al que hay que adiestrar, reeducar o condicionar que ver en un niño a una persona en desarrollo, con deseo propio -o en construcción- con un funcionamiento psíquico complejo, influenciado por un contexto, con una historia personal y que forma parte de una familia que tendrá -como todas- sus propias peculiaridades. No tiene el mismo efecto pedir al niño que responda un test – que suele tener más valor para el investigador que para el niño que sufre- que dar lugar a que se exprese libremente. Donde más allá de expresarse verbal, conductual y gestualmente,  pueda manifestarse a través del simbolismo de los juegos, de sus dibujos y relatos.

La entrevista de devolución diagnóstica

No se trata de dar únicamente una etiqueta diagnóstica a los padres que intente definir lo que su hijo pueda estar presentando sino de poder trasmitir la impresión profesional sobre lo que puede estar ocurriendo. Si se encuentran afectadas sus capacidades cognitivas (memoria, percepción, inteligencia, razonamiento) sus modos de víncularse con los iguales y con los adultos, su funcionamiento psíquico y emocional y los pasos convenientes a seguir. En esa entrevista de devolución, si fuese necesario indicar una psicoterapia con el niño comenzará el trabajo conjunto entre padres, niño/a y psicoterapeuta.

El niño también tiene su entrevista de devolución. En ella se le devuelve en palabras asumibles para él lo que consideramos que puede estar en juego en su malestar. El niño es consultado sobre su sensación con respecto a lo que se le muestra y es consultado sobre su deseo de iniciar una psicoterapia en los casos en que se requiere.

Las etiquetas diagnósticas de trastornos en la infancia son descripciones de conjunto de síntomas que suelen presentarse juntos, que permiten el intercambio entre profesionales de la salud pero que nada aportan a la subjetividad de cada niño en particular.

Suelen definir estados que pueden caracterizarse con ciertos patrones pero en la mayoría de los casos no constituyen ni enfermedades de base biológica, ni aspectos de la identidad inamovibles de un niño en desarrollo. Mucho menos aporta información sobre sus posibilidades a futuro y vivencia subjetiva sobre lo que le sucede. Muchas veces crean estigmatizaciones y pueden patologizar ciertos aspectos típicos de la infancia.

Las sesiones de Psicoterapia con niños

En el encuentro repetido y estipulado de las sesiones el niño va desplegando su malestar, lo hace presente, lo actúa, lo juega, piensa, verbaliza según puede. El modo de jugar en un niño puede ser una descarga directa de sensaciones más de tipo instintivas que un juego simbólico que permite elaborar las situaciones que atraviesa. La psicoterapia tenderá a posibilitar el pensamiento y desarrollo de la capacidad simbólica, propiciando la autonomía subjetiva en el niño.

Junto con el psicólogo, el niño comienzan un recorrido en donde descubrir aspectos suyos que están implicados en lo que le sucede. Deseos contradictorios, sensaciones desmedidas, situaciones que no pueden ser pensadas ni subjetivadas.

El psicólogo va devolviendo de una manera más asimilable aspectos que el niño muestra con su padecer al propio niño y a los padres para en un recorrido conjunto poder comprender lo que ese sufrimiento quiere decir.

El mismo síntoma -por ejemplo enuresis- no representa el mismo malestar en dos niños diferentes, con sus historias personales, sus vínculos, su situaciones actuales. Lo que para un niño puede estar mostrando una falla en la apropiación de su cuerpo y dificultades en la integración de su psiquismo, para otro puede ser un síntoma regresivo ante la crisis vivida por la llegada de un hermanito, habiendo sido capaz en un tiempo anterior de percibir sus sensaciones corporales de una manera más integrada.

¿Qué NO hace un psicólogo en psicoterapia psicoanalítica con niños?

  • Recomendar medidas terapéuticas o correctoras reeducativas que funcionen como aparto ortopédico, externas y ajenas al sujeto que sufre.
  • Realizar fichas, mandar tareas, ni dar indicaciones estandarizadas, homogéneas.
  • Juzgar, ni moralizar, ni emitir valoración alguna, no da la razón ni la niega.
  • Utilizar la sugestión.
  • Condicionar el desarrollo lúdico o expresivo del niño.
  • Callar al síntoma. Responder a nivel del fenómeno manifiesto y evidente que tiene características diferenciadas, observables, clasificables. Por el contrario se valer del síntoma para preguntarse sobre lo que sucede y poder compartir con el niño y la familia lo que el síntoma puede venire a cuestionar.
  • Utilizar test, cuestionarios ni escalas en las primeras entrevistas. Aunque en algunos casos pueden ser de utilidad algunas pruebas proyectivas como otro modo por el cual el niño puede manifestarse. A veces es necesario conocer algunas de sus capacidades cognitivas que puedan estar afectadas, pero no suele ser la herramienta inicial, ya que al clasificarlo lo más probable es que se dejen de lado las diferencias, se piense sólo en las conductas, en lo observable y se pase por alto el sufrimiento del niño.

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